Aunque actualmente la mayoría de aerolíneas permiten que puedas viajar con tu gato, no es demasiado recomendable a no ser que no tengas ninguna otra opción de transporte para llegar a tu destino.
Los felinos suelen ser extremadamente sensibles a los cambios de entorno y a los desplazamientos en general. Viajar con gato en avión puede convertirse en una experiencia muy estresante para él, por eso es importante que tengas en cuenta una serie de aspectos que te pueden ayudar a manejar mejor la situación.
El gato y el avión
Lo primero que te recomendamos es que te pongas en contacto con la aerolínea escogida con 4 semanas de antelación. Piensa que cada aerolínea tiene políticas diferentes respecto al transporte de mascotas. Lo ideal es que tu gato pueda viajar contigo en cabina, dentro de su transportín, justo debajo de tu asiento delantero. Todas las aerolíneas que permiten que los gatos viajen en sus vuelos, ofrecen esta posibilidad por un importe no demasiado elevado, siempre y cuando el transportín esté homologado y cumpla los requisitos de tamaño establecidos por cada compañía. Lo que ocurre es que existe un límite de mascotas que pueden viajar en cabina, y eso hace que la reserva anticipada sea imprescindible para asegurar esta opción. La otra alternativa que te ofrecerá la aerolínea es que tu gato viaje en la bodega de carga, pero es conveniente que evites esta opción para no alterar aún más la experiencia de viaje de tu felino.
Pautas para viajar con gato en avión
En segundo lugar, es necesario que acudas a tu veterinario días antes de realizar el vuelo para que le realice una exploración, y elabore un certificado de salud que garantice que su estado es óptimo, que está desparasitado, que posee microchip, y que la cartilla de vacunas está al día (incluida la de la rabia, que es imprescindible para acceder a determinados destinos). Este aspecto es muy importante, ya que para poder viajar la aerolínea te solicitará el certificado de salud y la cartilla de vacunas, y también el pasaporte en el caso de que viajes fuera de España.
El veterinario te recomendará que intentes escoger un vuelo directo (sin escalas), que no des de comer a tu gato el día del viaje para que no vomite si siente mareo, que acondiciones la superficie del transportín para que pueda realizar sus necesidades, y que lleves un recipiente adecuado para que tu gato beba en caso de que lo necesite. Puesto que no es muy aconsejable la administración de sedantes o tranquilizantes durante el vuelo, consulta con el veterinario qué otras posibilidades existen para minimizar su posible estrés. El uso de pañitos o aerosoles con feromonas puede ser una buena solución para que se sienta más cómodo y tranquilo.
Ten en cuenta que deberás llevar también un arnés con correa para que tu gato no pueda escaparse cuando realicen la inspección de seguridad del transportín en el aeropuerto. Piensa que deberás coger a tu gato en brazos cuando pases por el dispositivo de inspección para personas, mientras su transportín pasa por el dispositivo de rayos X destinado al control del equipaje. Este momento puede ser especialmente delicado para tu mascota debido a la ansiedad que puede ocasionarle. Abraza a tu gato con suavidad, y asegura que el arnés y la correa lo sujetan correctamente.
Por último, cuando alcances tu destino, intenta llegar lo antes posible al alojamiento en el que os acomodareis. Evita trasbordos y aquellos medios de transporte en los que tu gato pueda sentirse molesto por el ruido o el tránsito de gente. Una vez instalados en vuestra estancia, abre el trasportín, ubica en algún espacio todos los enseres de tu gato (bebedero, comedero y arenero), y deja que se mueva a su ritmo, sin atosigarlo. Los gatos necesitan tiempo para habituarse a los lugares que no conocen, por lo que dedica paciencia, e intenta que se sienta querido y seguro.