Como las personas, los gatos tienen su personalidad y, puesto que no podemos hablar con ellos directamente, debemos aprender a interpretar su lenguaje corporal y su comportamiento. De esta forma, podrá haber una comunicación eficaz entre ambas partes que te permitirá vivir en armonía con tu mascota.
¿POR QUÉ MI GATO SE HA PUESTO AGRESIVO?
Hay muchas razones por las que tu gato de repente puede parecer agresivo y la más habitual es que esté sintiendo dolor. Los gatos suelen camuflar bien el dolor. Por ejemplo, no ha sido hasta hace poco que hemos empezado a darnos cuenta de que la artritis es un problema muy frecuente en gatos de edad avanzada. Esto se debe a que el síntoma más frecuente de la artritis felina a menudo solo es una cierta reticencia a saltar de un lugar a otro o a subir escaleras. Los abscesos que aparecen tras una pelea entre gatos son un motivo frecuente que genera cambios drásticos de comportamiento en estos animales. Las fases iniciales de los abscesos no resultan evidentes a simple vista, pero la zona donde se desarrolla un absceso estará particularmente sensible. Si tocas esta zona sin saberlo al acariciar o jugar con tu gato, ello puede provocar una respuesta bastante inesperada y lógicamente agresiva por parte de tu gato.
Si detectas alguna reacción de dolor en tu gato o si se vuelve agresivo de repente sin motivo aparente, es muy importante que visites al veterinario para que le haga un examen completo.
¿POR QUÉ MI GATO ME ARAÑA Y ME MUERDE?
Aunque tu gato esté en forma, tenga buena salud y no sienta dolor, todavía es posible que alguna vez se gire de repente y te enseñe los dientes o las garras. La buena noticia es que siempre lo hará por algún motivo, solo es cuestión de averiguar cuál.
A la mayoría de gatos les gustan las caricias y los mimos, pero no toleran tener los movimientos limitados. Si tu gato sube a tu falda mientras estás sentado tranquilamente, puede que simplemente lo haga porque sabe que ahí estará calentito y cómodo. En esta situación, puede que tolere unas cuantas caricias, pero muchos propietarios se han encontrado que al rato de hacerlo su gato se ha enrabietado y les ha mordido o arañado y ha salido pitando. Esto se debe a que consideran el abrazo una forma de limitación de sus movimientos. Si observas a tu gato cuidadosamente, siempre hay señales de advertencia antes de llegar a este punto de agresión. Si dejas de acariciar a tu gato ante la primera señal de advertencia, o incluso en la segunda o la tercera, lo más probable es que tu gato se quede en tu falda y nadie salga escamado. ¿El motivo?
Habrás sido capaz de interpretar correctamente los avisos de que a tu gato no le gusta lo que le haces. Sin embargo, si ignoras estas señales y continúas acariciándole o abrazándole, es posible que termine recurriendo a medios de comunicación menos ambiguos como las uñas y los dientes.
SEÑALES QUE EMITE UN GATO INSEGURO
Cuando un gato siente inquietud, casi siempre mueve el extremo de su cola. Este movimiento se irá acentuando a medida que la irritación haga mella en el gato, hasta el punto de que su cuerpo empezará a tensionarse. Además, puede que ponga las orejas hacia atrás o que las aplane contra su cabeza. Si la cara del gato está a la vista, puede que veas que sus ojos están muy abiertos y tienen las pupilas dilatadas. Todas estas señales indican de forma clara que tu gato no está nada contento, y si observas alguna de ellas en tu gato, deberías cesar todo contacto de inmediato.
CONSEJOS PARA EVITAR LA AGRESIVIDAD
- Nunca limites los movimientos de tu gato si este muestra alguna señal de que no está a gusto.
- Si por algún motivo tienes que limitar sus movimientos, no olvides tu seguridad ni la suya. Por ejemplo, puedes utilizar una toalla o solicitar la ayuda de alguien que agarre a tu gato mientras le administras una medicina oral.
- Intenta jugar siempre de forma segura y no utilices nunca los dedos de las manos ni los pies para provocar un ataque del animal, incluso si juegas con gatitos. De lo contrario, le estarás enseñando que tus dedos son objetos de presa.
- Nunca golpees ni le grites a tu gato, aunque te haya mordido o arañado. Lo único que provocarás si lo haces es una reacción de miedo que podría agravar la situación.
- Premia siempre el buen comportamiento e ignora el comportamiento que no desees que se repita.