El Clumber Spaniel es un perro grande y fuerte, más pesado y fornido que otras razas de Spaniel. De adulto, ronda los 45-50 cm. El macho pesa entre 29,5 y 34 kg y la hembra está entre 25 y 29,5 kg. Su pelaje abundante y sedoso es blanco con manchas anaranjadas o color limón, y tiene un hocico pecoso.
Algo más reservado que el resto de spaniels, el clumber es de buen talante y muy entregado a su familia... aunque prepárate para las babas. Puede ser terco pero, en general, le gusta complacer al dueño, por lo que es un alumno muy gratificante de adiestrar, siempre que tenga la motivación adecuada.
Durante mucho tiempo se creyó que el clumber era una raza francesa que llevó al Reino Unido hace dos siglos el duque de Noailles, que, para proteger a sus perros durante la revolución, regaló su preciada perrera de spaniels al duque de Newcastle en Clumber Park, en Nottinghamshire. Pero faltan pruebas que respalden esta teoría, por lo que ahora se cree que posiblemente el clumber sea creación británica, desarrollada mediante el cruce de varios tipos de spaniels cazadores con otras razas.
Al igual que muchas otras razas, el clumber spaniel puede sufrir displasia de cadera (una enfermedad que puede provocar problemas de movilidad). Por tanto, es importante un examen de la cadera y de los ojos antes de dedicar al perro a la crianza.
Esta raza es famosa por su excelente olfato, algo que seguirá felizmente en sus paseos. Por este motivo, es fundamental que responda cuando se le llame al dejarlo suelto para correr. Es más lento que otros spaniels y con una hora de ejercicio diario estará contento.
Los perros de razas grandes, además de tener un gran apetito, requieren un equilibrio de nutrientes diferente, incluyendo los minerales y las vitaminas, al de los perros de menor tamaño.
Su pelaje abundante es sedoso y liso, más largo en las patas y el pecho (flecos), donde se enreda si no se le presta el cuidado necesario. Hay que recortarle el pelaje de las patas para evitar que se le hagan nudos y también debes examinarle las orejas con regularidad.
Aunque tradicionalmente la mayoría de perros son buenos con los niños, todos los perros y niños necesitan que se les enseñe a llevarse bien y a respetarse mutuamente para estar seguros. Aun así, los perros y los niños pequeños nunca deberían quedarse solos y los adultos deben supervisar todas las interacciones entre ellos.
