La mayoría de los gatos se enorgullecen de su aspecto y pasan casi la mitad de sus horas de vigilia acicalándose hasta conseguir estar perfectos. Como criaturas independientes que son, los gatos procuran cuidarse solos, pero esto no significa que no debas echarles una mano en su rutina de acicalamiento.
El acicalamiento desempeña un papel importante en el cuidado de tu mascota y un mantenimiento regular hará que tu gato luzca espléndido y también se sienta genial.
El acicalamiento regular de tu gato, además de ayudarle a que mantenga un aspecto bello, te permitirá pasar tiempo de calidad con él creando vínculos afectivos y te dará la oportunidad de comprobar el estado de su cuerpo y detectar cualquier indicio de problemas de salud, como bultos o protuberancias.
Los beneficios del acicalamiento de los gatos
El acicalamiento de los gatos quizá parezca superficial, pero mientras tu gato se embellece o cuando tú lo cepillas, también disfruta de otros beneficios:
- Se estimula su circulación.
- Se mejora su tono muscular.
- Se alisa su pelaje, con lo que se consigue un mejor aislamiento.
- Se estimulan las glándulas situadas en la base del pelaje para impermeabilizarlo.
- El sebo se distribuye uniformemente, lo que ayuda a impermeabilizar y proteger el pelaje y la piel.
- En climas cálidos, la saliva que esparcen durante su aseo ayuda a mantenerlos frescos.
Cómo se acicalan los gatos
Si tu gato alguna vez ha intentado mostrarte su afecto con un cariñoso lametón, sabrás que tiene la lengua áspera. Esto se debe a que su lengua está cubierta de multitud de cerdas diminutas, que le ayudan a quitarse la suciedad y el pelo suelto de su pelaje, de forma muy parecida a los cepillos que utilizamos nosotros.
Como los gatos usan mucho la lengua durante su acicalamiento, a menudo se tragan mechones de pelo. Por eso, pueden expulsar bolas de pelo al toser; es bastante normal, así que no te preocupes. Puedes reducir la cantidad de pelo que sueltan y, de este modo, minimizar las bolas de pelo que se tragan, ayudando a tu gato en su acicalamiento con un cepillo suave.
La mayoría de los gatos de pelaje corto se acicalan muy bien; los gatos de pelaje más largo necesitarán algo de ayuda adicional para acicalarse. Al fin y al cabo, tienen mucho pelo que limpiar, así que puede que se les escape algo.
Cuándo debes ayudar a tu gato con su acicalamiento
Procura empezar a cepillar a tu gato desde una edad temprana para que se convierta en una parte normal de su rutina. Los gatitos curiosos también pueden verse envueltos en situaciones complicadas, por lo que es posible que tengas que ayudar a tu pequeño a limpiarse.
A medida que envejecen, los gatos pueden volverse rígidos, por lo que es posible que no puedan alcanzar fácilmente algunas zonas para limpiarlas. Por lo tanto, el acicalamiento regular del gato es una parte importante de su rutina de cuidados a lo largo de toda su vida.
Si acicalas a tu gato desde su más tierna edad, forjarás un vínculo estrecho con él por medio del contacto físico y crearás un nivel compartido de confianza entre ambos.
Como los gatos de pelaje corto son bastante capaces de acicalarse solos, un breve cepillado una vez a la semana debería ser suficiente para pasar tiempo con ellos y cuidar su pelaje; sin embargo, los gatos de pelaje largo se beneficiarán de un cepillado una vez al día para evitar que se acumulen marañas y nudos, y que se traguen demasiadas bolas de pelo.
Las marañas de pelo pueden ser muy incómodas e incluso dolorosas para los gatos, por lo que, sin duda, apreciarán tu ayuda, aunque no lo demuestran en ese momento.
Cómo cepillar a tu gato
Para gatos de pelo corto, utiliza un peine metálico de púas finas una vez a la semana para eliminar nudos o enredos. Usa un cepillo para gatos de cerdas naturales o de goma para eliminar los pelos sueltos.
Cepilla o peina suavemente el pelo de tu gato, con movimientos en la dirección en que crece el pelo.
Utiliza el cepillo de cerdas para limpiar el pelaje en dirección a la cabeza y, a continuación, vuelve a alisarlo.
Para cepillar a gatos con pelo largo, usa diariamente un peine de acero.
Deshaz los nudos con los dedos, utilizando si es necesario un paño húmedo. Nunca uses tijeras, ya que tu gato podría moverse y terminar con un desagradable corte en la piel. Si hay un nudo que no consigues deshacer o muchos nudos, pide ayuda a tu veterinario.
Si a tu gato no le gusta que le cepillen, prueba a premiarle con golosinas, acaríciale y dile palabras tranquilizadoras. A medida que el gato se calme y se distraiga con su golosina y la atención adicional, comienza otra vez a cepillarlo con suavidad.
Durante el cepillado, aprovecha para hacerle una revisión general y comprueba el buen estado de salud de sus dientes, ojos, oídos y encías, pero si tu gato se estresa, probablemente sea el momento de hacer una pausa.
Acicalar a tu gato no consiste solo en conseguir que esté bello; también te da la oportunidad de revisar periódicamente las garras.
Algunos gatos, sobre todos los que pasan mucho tiempo en el exterior y aquellos a los que les gusta mucho su rascador, suelen cuidarse las garras por sí solos con el desgaste general; pero si tu gato pasa mucho tiempo en el interior o es mayor, puede necesitar ayuda.
Las revisiones semanales y el recorte ocasional de las garras evitan que estas crezcan hacia el interior de las almohadillas (como una uña encarnada), lo que podría provocarle dolor e infección. Un crecimiento excesivo de las garras puede ser un signo de osteoartritis en gatos mayores, por lo que merece la pena consultar al veterinario por si fuera necesario algún otro tratamiento.
Como los gatos utilizan las garras para defenderse, rascarse cuando les pica o trepar, solo recomendamos recortarlas cuando sea absolutamente necesario.
Antes de hacer nada, comprueba que realmente es necesario. Los gatos de exterior, en especial, necesitan las garras para trepar y defenderse, así que solo debes recortarlas si existe el riesgo de que crezcan demasiado. Incluso en ese caso, puede que solo haga falta recortar algunas de ellas. Si tu gato es uno de los pocos con un dedo extra (polidáctilo), vigila la garra de ese dedo, ya que no toca el suelo y, por lo tanto, no se lima de forma natural. Lo mismo ocurre con los espolones, las garras en la parte trasera interna de las patas delanteras.
Acostúmbrate a revisar las garras de tu gato semanalmente. Si detectas alguna garra que crezca hacia dentro, consulta a tu veterinario; puede que tu gato necesite analgésicos o antibióticos. Además, si tu gato tiene alguna garra rota o partida o la ha perdido, puede que tu veterinario deba echar un vistazo.
Si es tu primera vez, pídele a tu veterinario o auxiliar de veterinaria que te enseñe a recortar las garras de tu gato y que observe si lo haces bien. Recuerda: si no te sientes a gusto cortando las garras, siempre puedes pedirle a tu veterinario que lo haga.
Lo ideal es que acostumbres a tu gato desde una edad temprana a que hay que recortarle las garras, preferiblemente desde pequeñito. Sin embargo, las garras de los gatitos son blandas, por lo que se suelen limar en vez de recortarlas.
Para gatos adultos, utiliza cortaúñas especialmente diseñados para gatos y mantenlos afilados y en buen estado. Los encontrarás en las tiendas de mascotas o en tu veterinario. ¡No uses cortaúñas ni tijeras para humanos!
Presiona suavemente la pata de tu gato entre el índice y el pulgar para que saque la garra. Corta solo la punta transparente de la garra, evitando siempre el vaso sanguíneo en el centro de la garra, y no cortes nunca por encima de la punta puntiaguda.
Lo importante es evitar la parte «rápida» (la parte sensible), ya que, si la cortas, a tu mascota le dolerá y sangrará. Si la cortas accidentalmente, no te asustes. Aplica palitos de nitrato de plata (puedes comprarlas en tu veterinario) en la garra y presiona con un algodón durante un rato. El nitrato de plata puede picar, por lo que podría ser conveniente que alguien te eche una mano. Si el sangrado no se detiene, consulta a tu veterinario inmediatamente. Además de solucionar el problema, tu veterinario podrá aconsejarte cómo evitar esta complicación en el futuro.
Cuando repases las garras de tu gato, examina también las almohadillas de las patas para ver si hay cortes o cuerpos extraños y mira entre los dedos para detectar signos de inflamación. Consulta a tu veterinario si detectas algo inusual.
El último paso en su sesión semanal de acicalamiento es un cepillado rápido de los dientes. Puedes utilizar un cepillo de dientes para gatos o un bastoncillo de algodón para frotarlos. No te olvides de utilizar pasta dentífrica especial para gatos, ya que la de humanos puede afectarle al estómago. Aprende en nuestra guía a cepillar los dientes de tu gato y por qué es tan importante.
¿Quieres más consejos sobre el acicalamiento de los gatos? Consulta a continuación nuestro artículo sobre cómo bañar a tu gato.