El Akita es un perro grande y fuerte de gran esencia y dignidad. El porte orgulloso de su cabeza se ve realzado por unas orejas pequeñas y unos ojos oscuros. Son impresionantes gracias a su pelaje grueso y afelpado, de color rojo leonado, sésamo, atigrado y blanco. Los machos adultos miden entre 64 y 70 cm y las hembras, entre 58 y 64 cm. El peso puede estar entre 34 y 50 kg.
Son perros fuertes, tanto físicamente como de carácter, y no se recomiendan para dueños primerizos. Hace falta experiencia en el manejo, adiestramiento y socialización, tanto inicial como continua. No obstante, son muy fieles a su familia. Son valientes y buenos guardianes y no ladran demasiado. No hay que olvidar que tiene un fuerte instinto de caza.
El akita, que se crio originalmente en la provincia de Akita en el siglo XVII, es la raza japonesa de mayor tamaño. Algunas teorías afirman que estos perros se criaron originalmente para la caza del jabalí, el ciervo y el oso negro; sin embargo, otras sostienen que el objetivo eran las peleas de perros. Aun así, cuando las peleas de perros perdieron popularidad en Japón (y en Europa), estos perros se emplearon para la caza. A finales del siglo XIX, se importaron otras razas y las razas japonesas quedaron relegadas a un segundo y tercer plano. Se creó entonces la Sociedad para la Conservación de los Perros Japoneses con el fin de conservar las razas autóctonas, que se declararon patrimonio nacional.
Al igual que muchas otras razas, el akita puede sufrir displasia de cadera (una enfermedad que puede provocar problemas de movilidad). Por tanto, es importante un examen de la cadera y de los ojos antes de dedicar al perro a la crianza.
El akita necesita mucho ejercicio para que la musculatura se mantenga en buen estado. Dicho esto, si algún día te saltas el paseo un día, lo aceptará sin rechistar. Antes de dejarlo correr suelto, recuerda que es un perro de caza y que debes extremar las precauciones.
Los perros de razas grandes, además de tener un gran apetito, requieren un equilibrio de nutrientes diferente, incluyendo los minerales y las vitaminas, al de los perros de menor tamaño. El akita es propenso a sufrir distensión del estómago y otros problemas estomacales; unas comidas más reducidas y frecuentes podrían minimizar el riesgo.
Hay que cepillar bien el pelaje dos o tres veces por semana para mantenerlo en óptimas condiciones. Dos veces al año, durante las grandes mudas, debes utilizar un peine metálico de doble dentado.
Aunque tradicionalmente la mayoría de perros son buenos con los niños, todos los perros y niños necesitan que se les enseñe a llevarse bien y a respetarse mutuamente para estar seguros. Aun así, los perros y los niños pequeños nunca deberían quedarse solos y los adultos deben supervisar todas las interacciones entre ellos.
El akita japonés más famoso fue Hachikō, el fiel compañero del profesor de Tokio Hidesaburō Ueno. Hachikō acompañaba cada día a su dueño a la estación de tren y allí le esperaba cuando volvía del trabajo. El 25 de mayo de 1925, el profesor Ueno falleció en su oficina. Durante los nueve años siguientes, y hasta su propio fallecimiento, Hachikō iba y volvía a la estación todos los días en solitario esperando a su dueño, que nunca regresó. En la estación hay una estatua en su memoria.
