Desde hace algunos años los perros de terapia están asumiendo cada vez un papel más importante dentro de la sociedad, aportando beneficios físicos y psíquicos que repercuten en mejorar la calidad de vida de todo tipo de individuos y colectivos.
Desde hace algunos años los perros de terapia están asumiendo cada vez un papel más importante dentro de la sociedad, aportando beneficios físicos y psíquicos que repercuten en mejorar la calidad de vida de todo tipo de individuos y colectivos.
Éste es el motivo por el que cada día existen más investigaciones que avalan la relevancia de la presencia de perros de terapia en hospitales, centros escolares, residencias de la 3ª edad, penitenciarías, y cualquier otro ámbito que permita realizar intervenciones puntuales o periódicas que, con la ayuda de terapeutas especializados en la materia, contribuye a obtener beneficios de mejora en las personas.
A grandes rasgos, sabemos que los perros de terapia son seleccionados por su carácter más que por su raza, aunque es cierto que este carácter es más común en unas razas que en otras. Su temperamento debe ser equilibrado y seguro, y deben mostrar un buen nivel de aprendizaje y obediencia desde que son cachorros. Además, deben pasar revisiones veterinarias periódicas para garantizar que su estado de salud es óptimo para el desarrollo y aprendizaje de habilidades concretas.
El tipo de entrenamiento que reciben se basa en el refuerzo positivo. Es decir, el perro es premiado cuando responde correctamente a un estímulo u orden. Lo prioritario es que el perro se sienta siempre cómodo y feliz mientras aprende. Básicamente, se resume en 3 fases:
- Obediencia básica: acudir cuando se le llama, sentarse, tumbarse…
- Fase de socialización: familiarización con el entorno, pudiendo acceder a los mismos lugares que acceden las personas sin ninguna limitación, con el fin de reafirmar comportamientos positivos en cualquier ámbito.
- Aprendizaje de habilidades específicas: enfocadas a cubrir las necesidades de las personas con las que van a trabajar, o a demostrar actitudes que ofrezcan beneficios cuando interactúen con personas en espacios terapéuticos. Dicho esto, sobre los requisitos de selección y el proceso de adiestramiento de este tipo de perros, existe muchísima información (cursos, centros de formación, labores de voluntariado, etc), pero lo que os aconsejamos es que contactéis directamente con las principales asociaciones vinculadas al trabajo con perros de terapia, puesto que es un área compleja que necesita conocerse con detalle.