La evolución de la sociedad ha permitido que el rol de los animales haya pasado de ser meramente funcional (pastoreo, perros guardianes…), convirtiéndolos en compañeros inseparables de vida, capaces de desarrollar actividades increíbles para la mejora de la calidad de las personas.
Afortunadamente, la evolución de la sociedad ha permitido que el rol de los animales haya pasado de ser meramente funcional (pastoreo, perros guardianes…), convirtiéndolos en compañeros inseparables de vida, capaces de desarrollar actividades increíbles para la mejora de la calidad de las personas.
Los animales que conviven con nosotros son mucho más que mascotas. Los gatos y los perros ofrecen a sus propietarios un nivel de fidelidad, amor y cariño que nos proporciona disfrute, bienestar y felicidad. Y eso contribuye a hacernos mejores.
Seguramente, el secreto radica en que ofrecen todo lo que tienen sin pedir nada a cambio y, sobre todo, no nos juzgan, hecho que potencia nuestra desinhibición y seguridad como personas. Además, la convivencia con animales también nos ayuda a ser más responsables, y a desarrollar valores positivos, y un mayor nivel de respeto hacia nuestro entorno.
Pese a que los gatos, según los resultados de las investigaciones realizadas durante décadas, aportan grandes beneficios a las personas que interactúan con ellos, también es cierto que los perros gozan de una predisposición biológica para la ayuda humana y la protección, ya que pueden detectar de forma innata los estados de ánimo de las personas y actuar en consecuencia. Tengamos en cuenta que los perros, cuando son adiestrados para desarrollar labores de ayuda social, colaboran con bomberos y otros servicios policiales, para llevar a cabo prácticas de rescate, localización de explosivos y drogas, entre otros.
El temperamento y condicionantes naturales de los gatos no permite que su ayuda abarque espectros tan amplios, pero sí pueden ser animales muy terapéuticos para niños y personas mayores. Por ejemplo, su típico ronroneo produce un efecto tranquilizador en bebés, y la acción de acariciarlos tiene propiedades relajantes demostradas, que satisfacen la necesidad humana de contacto.
También cabe destacar otro aspecto que hace muy valiosa la ayuda que pueden ofrecer los gatos a los individuos. Este aspecto actúa directamente en las personas mayores que presentan dificultad para moverse con cierta agilidad. Los gatos son excelentes animales de compañía, cariñosos y divertidos, y, a diferencia de los perros, no necesitan de unas rutinas de paseo diarias ni de un nivel de cuidado elevado. Son independientes, limpios, y muy tranquilos. Estas características son fundamentales para la convivencia con ancianos, o con otras personas que se encuentren en estados de convalecencia, tras haber pasado por alguna intervención quirúrgica u enfermedad.
Dejando de lado los beneficios comentados, es necesario incidir en la importancia de los perros de terapia asistida como animales de ayuda y apoyo en otras áreas de la sociedad: personas con discapacidades físicas o psíquicas, y asistencias terapéuticas de apoyo emocional.
Gracias a los perros de asistencia, muchas personas con discapacidades visuales, auditivas, de movilidad o trastornos psíquicos como el autismo, pueden superar sus limitaciones diarias y llevar una vida más fácil. En este caso, los perros se convierten en una parte fundamental de la rutina de estas personas, conviven con ellos, y el proceso de adiestramiento desarrollado con ellos, permite ofrecerles beneficios específicos, tanto funcionales como emocionales.
Por último, afortunadamente, cada vez es más común que se realicen intervenciones con perros de terapia, monitorizados por profesionales expertos en esta disciplina, en ámbitos en los que las personas necesitan recursos terapéuticos de apoyo emocional, tales como hospitales, centros educativos, penitenciarios, residencias para la 3ª edad, etc. Las investigaciones realizadas dan fe de algunos de los beneficios que pueden derivarse de este tipo de intervenciones:
- Superación del miedo y la angustia en niños en el ámbito hospitalario.
- Motivación y seguridad en cuadros patológicos adolescentes.
- Aumento de la socialización y los niveles de empatía.
- Mejora del estado anímico, y mayor ejercitación en pacientes ancianos y/o con demencias.
- Mayor actividad y bienestar de las personas con trastornos depresivos.
- Estabilización del ritmo cardiaco y de la presión arterial.